Los celos entre hermanos
Los celos entre hermanos. La llegada de un hermanito o hermanita puede suponer una crisis de primer orden para un niño o niño. Sobre todo si este está por debajo de los 7 u 8 años.
Al hijo o hija no le hace ninguna gracia compartir el amor de sus padres y no ayudará nada esta idea generalizada de que el niño tenga que tomárselo bien sí o sí.
¿Qué tipo de actitudes o frases deberíamos evitar? Algunas como las siguientes:
Falsas expectativas:
“Le querrás muchísimo, ya verás.”
Responsabilidades:
“Le tendrás que ayudar mucho, porque tú serás el mayor.”
Tal vez una alternativa a este tipo de frase es simplemente comunicarlo brevemente:
“Tendremos un nuevo bebé en la familia”
Explicar claramente algunas de las cosas que pueden ocurrir:
“Tener un hermanito puede ser divertido pero a veces puede no serlo. Llorará y tal vez nos despierte.»
“Tendré que darle de comer y pasar muchos ratos con él.”
Algunos padres pueden pensar que es poco conveniente, ya que podría parecer que estamos potenciando por adelantado su desprecio. Pero pasa todo lo contrario.
Estamos mostrando que estamos preparados para acoger sus sentimientos y que queremos ser honestos.
Es importante que no juzguemos los sentimientos y que los niños puedan expresar aquello que sientan: «No quiero a mi hermanito».
En vez de negarlo («no puede ser, tienes que quererle») es mucho más útil acompañarlo («vaya, veo que estás enfadado con él») y nos puede ayudar a descubrir qué hay detrás de esta manifestación («la abuela no me ha hecho caso cuando hemos ido a su casa, sólo estaba con él»).
En el momento en el que nuestro hijo o hija puede expresar cómo se siente, este sentimiento empieza a perder intensidad y no se dirige contra su nuevo hermano o hermana.
Si se produjeran situaciones donde hay agresiones físicas (pegar, estirar de los brazos o las orejas…) tenemos que informar de manera clara y breve de que esta actitud no es posible («a las personas y a los bebés no se les pega»).
Podemos añadir una salida a su sentimiento. Le podemos sugerir que haga un dibujo donde nos muestre lo enfadado que está.
O también podemos darle un muñeco y, bajo nuestra atenta mirada, que le haga o diga lo que quiera.
No nos tenemos que asustar por la ferocidad de sus sentimientos, ya que son honestos y están bien canalizados. De esta manera evitamos que la ira se reprima y se convierta en somatizaciones de otro tipo o sea dirigida sobre su nuevo hermano o hermana.
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Feliciano Garcia
- Docente, Técnico en Educación Emocional. Terapia familiar. Formado en Constelaciones Familiares.