PASTEL DE AVELLANAS

¡Un día es un día!

Pelamos las avellanas y reservamos 10 o 12 para colocar sobre el pastel cuando lo tengamos listo.

El resto de avellanas las ponemos en la trituradora. Es más fácil, y quedan mejor, si lo hacemos 2 o 3 veces. A medida que las tengamos trituradas, las ponemos en un bol.

Añadimos a la mantequilla 4 o 5 cucharaditas de azúcar. Lo mezclamos bien hasta que quede una pasta homogénea.

Preparamos un planto hondo con leche.

Cogemos un molde (si tenemos uno de los típicos para hacer plum-cake mejor) y llenamos la base con melindros (o bizcochos de soletilla) que previamente habremos impregnado con leche. Dependiendo de las medidas del molde quizás tengamos que recortarlos un poco para cubrir toda la superfície.

Una vez tengamos los melindros, los cubrimos con una capa de pasta de mantequilla y avellanas.

Cogemos más melindros, los mojamos con leche y los ponemos encima de la pasta que hemos puesto anteriormente.

Es conveniente que cambiemos la orientación de los melindros: si la primera capa la hemos hecho en vertical, ahora nos tocaría en horizontal.

Volvemos a poner una capa de pasta por encima, y vamos haciendo pisos hasta que se nos acabe la pasta. Pensad que tenemos que acabar siempre con una capa final de melindros.

Lo dejamos en la nevera para que coja consistencia más o menos media hora.

Pasado este tiempo, cogemos el molde y lo volcamos sobre un plato o bandeja donde queramos servir el pastel. Cogemos más melindros y los cortamos a la altura del pastel. Después de mojarlos en leche los vamos colocando alrededor del pastel, como si fueran paredes.

Cogemos el chocolate, lo cortamos a pequeños trozos y lo fundimos al baño maría. Una vez fundido, lo tiramos por la parte superior del pastel.

Recuperamos las avellanas que al principio habíamos reservado y las colocamos por la parte superior del pastel.

Es una simple decoración, pero también es como si fuera una pista de lo que encontraremos dentro, ¿no?